Participación, emancipación y revolución

De Participación Ciudadana
Foro Abierto: Programa de Radio IDELA
Por Estudiantes de Maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz


No existe efectivo asalto al poder sin transformación previa del carácter de este.  La lucha por los derechos humanos siempre ha nacido de los procesos de levantamiento contra el poder y los dogmas establecidos.  Un radical objetivo de la emancipación es cambiar los conocimientos que tienden a normalizar todos los diferentes tipos de exclusión históricos y que permean en su nombre con los tiempos y a todo ámbito; llámese esclavitud, violencia, represión, pobreza; el común denominador se enlaza en la No Participación y en consecuencia en detrimento a los derechos humanos.

La búsqueda del aprendizaje u conocimiento contrario tiene un baluarte en la propia correspondencia de participación que los sujetos que intentan amoldar; los nuevos ciudadanos, el sujeto redimido que construye políticamente su destino desde un presente inmediato; se resuelve en un andar acompañado de múltiples formas creativas para reaccionar, repeler y hacer valer sus derechos.

La ética del bien común es una consecuencia con praxis; que deviene de la experiencia de los afectados. El idealismo y la utopía es la propia lucha platónica revolucionada entre los factores físicos y metafísicos y aun dimensionales que desconocemos; pero además convergen en la invención del mercado y los atropellos culturales de su expansión.  Por ende; el último espacio de conquista planetaria son las ideas y el control a la mente; la mimesis y su representación.

La misma recae a ciclos evolutivos e involutivos permanentemente porque la ética del bien común no se incluye  en los procesos del interés propio, de la privatización, venta y consumo de todo.  Por tanto, la participación en el mercado siempre será destructora, desigual e indiferente.

Según Hinkelammert; para evitar la destrucción colectiva se requiere una ética del equilibrio y de mediación en cada uno de los puntos del sistema y sus extremos. Eliminar un extremo es caer en una trampa moral.  La participación toma la cara del bien común en donde sus valores son enfrentados al sistema e  interpela, transforma e interviene las realidades.  Sin embargo; esa vivencia de resistencia no debe confundirse con oposición política (que intrínsecamente ya pertenece al mismo poder); más bien según el Comandante Marcos (página 153); la resistencia no puede ser partido; no está hecha para gobernar; sino para resistir.

Por su parte; las experiencias en América Latina adquieren un monótono discurso político efectivo desde las luchas intestinas conflictivas capitalistas por las consideraciones semánticas-vendibles del producto democracia.  La manipulación es incontrolable si observamos desde la guerra mimética; la aceleración en el deterioro cognitivo a las masas para refrenar su pensamiento libre mas allá de sus anhelos interiorizados como éxito.   El desalojo del propio ser triunfa sobre razones esquizofrénicas; razones míticas fundacionales y fundamentalistas que contienen a su dominación; la enajenación es la principal virtud del poder. 

En este sentido; comente las posibilidades de la subjetividad y sus factores de cambio; qué son las resistencias; en donde se evidencian. En donde entra en juego el rol de las relaciones sociales, comunidad, nación y nacionalismo.   Cuáles son los significados de revolución en torno a sus ejes o corrientes de resistencia. Hasta donde el marxismo, tuvo y tiene su herramienta revolutiva?.  Hasta donde somos en América Latina, un producto de la configuración modernidad popular . En cuales espacios se mueve la pluralidad y la minoría….Adelante!!








Comentarios

  1. Históricamente los actos de opresión realizados por los grupos hegemónicos, han relegado a los pueblos a ocupar solamente espacios privados y esto a su vez, ha permitido que recaiga sobre quienes ostentan el poder, toda actividad pública y por tanto entendida como “lo político”. En este sentido, no es difícil entender por qué la participación ciudadana se ha concebido como un acto realizable solamente desde un partido político, desde esa esfera pública que no resulta apreciable para muchos.

    Precisamente por los abusos cometidos en contra de muchas personas, es que la conquista de los derechos humanos, ha implicado una lucha en contra de los sistemas, que desde el poder, han querido imponer al pueblo no solo formas de pensar, sino de actuar basadas en la obediencia y aceptación sin posibilidad de consulta o de expresarse en contra.

    Estas experiencias ponen sobre la mesa el tema de la construcción de las subjetividades y las posibilidades existentes desde ellas para la configuración de lo social. En este sentido, se hace necesaria la comprensión de que cada individuo es sujeto y actor, y que como tal tiene sus propios discursos e interpretaciones de la realidad, así como sus formas de relacionarse con los otros y con su entorno. De este modo, dichas subjetividades individual y social, resultan ser un producto histórico-cultural, que ha visto su génesis en los procesos sociales y que se ha manifestado en diferentes formas de participación popular.

    Tal como refiere Gallardo en su obra Siglo XXI, Producir un Mundo (2006), se pueden distinguir tres formas de presencia política popular en las que se han hecho evidentes las diversas formas de construcción de las subjetividades: las explosiones sociales, las movilizaciones sociales y los movimientos sociales. Tales formas de organización difieren entre sí en lo que respecta a la motivación, la capacidad organizativa, los objetivos por los que lucha y el tiempo en que se mantienen.

    En relación con los movimientos emancipatorios, Hinkelammert (2014), analiza lo que desde Locke y Nietzche es el enemigo. Al respecto, señala que “el enemigo es ahora interno, viene de adentro, es un sujeto que reclama sus derechos en nombre de la igualdad. Pero los reclama en nombre de la igualdad humana frente a los efectos discriminatorios y destructores de la igualdad contractual, y lo que reclama ahora es su posibilidad de vivir a partir de su ser corporal” (p.144).

    Desde este punto de vista, son entonces los derechos humanos la punta de lanza de las emancipaciones humanas, las cuales se dan como respuesta de las personas afectadas ante lo aniquilante que es el mercado, que no se preocupa por la vida humana y de la naturaleza.

    Este sentir, hace que surja la ética del bien común, la cual no logra sobrevivir en medio de muchos procesos, precisamente porque la maquinaria del mercado es aplastante, razón por la que muchos movimientos no pueden sostenerse en el tiempo ni lograr sus objetivos.

    No obstante, las resistencias deben continuarse, entendidas desde su objetivo de “resistir”, pues una región como la Latinoamericana, ha sido históricamente atacada y urgida de este tipo de movimientos y emancipaciones. Como menciona María Del Rayo Ramírez, en su artículo De Esperanzas y Utopías…, Lo Utópico: “si pensar en mundos mejores sólo fuera un desatino, no causaría persecuciones, ni las cabezas tendrían un precio” (p.245).



    Gallardo; Helio. (2006) Siglo XXI: Producir un mundo. Editorama. San José, Costa Rica.

    Himkelammert, Franz. (2014). El sujeto y la Ley: el retorno del sujeto reprimido. EUNA. Heredia.

    Ramírez; María. (s.f.) De Esperanzas y Utopías…, Lo Utópico.

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  2. Parte 1/2

    Hinkelammert (2014) explica que luego de la revolución inglesa, la idea de John Locke sobre igualdad puede ser vista como una igualdad contractual, lo que

    Significa que somos iguales, pues actuamos como individuos que hacen contratos unos con otros y proceden según esos contratos. Estos contratos los obligan, y en cuanto que todo pasa por el contrato, todo pasa por la igualdad contractual de dos partes (p.123).

    Seguidamente, continua su análisis indicando que la Revolución Francesa, constituye el concepto de ciudadano; el ciudadano es también una persona que vive en libertad o igualdad contractual (p. 124).

    Este análisis planteado supone entonces un problema, en tanto una persona es ciudadana siempre y cuando siga el contrato social establecido, sin embargo, la cultura y las prácticas sociales promovidas en un contexto pueden incidir en la manera en la cada persona vive y se incorpora ese contrato.

    Reflexionando sobre el ser ciudadano, no puedo evitar remitirme a mi historia de vida y las prácticas, acciones o discursos que muchas veces parecían contradictorios. Siempre se me inculcó el principio de “igualdad” (todos somos iguales) y de respeto, sin embargo, conforme fue creciendo y expresando abiertamente mi homosexualidad, me di cuenta que ese discurso eran palabras al viento y que en algunos casos no se me consideraba ciudadano, por el simple hecho de no calzar con un esquema heteronormativo.

    Así, el discurso de igualdad queda en segundo plano cuando no se me permite el disfrute pleno en diversos espacios, se me censura o incluso se me “invita” a marcharme, simplemente por una muestra de afecto publica con mi pareja, la cual es igual a la que podría expresar cualquier otra persona.

    En este punto, quiero referirme al análisis que hace Martínez (2004) sobre la vivencia de los derechos y como nuestras experiencias marcan nuestros cuerpos y la manera en que vivimos los espacios:

    El espacio es la otra dimensión de nuestra experiencia del cuerpo y de la identidad. El espacio es externo para los individuos, en cuanto impone reglas y normas particulares sobre ellos, e interno para los mismos, en cuanto es experimentado y, de hecho, transformado por ellos. Los espacios públicos (la calle, la oficina, y los centros comerciales) funcionan con normas distintas y determinan cómo hemos de presentarnos y cómo hemos de interactuar con los demás (p. 134).

    Así, la vivencia de nuestra “igualdad” y la apropiación de espacios para la participación ciudadana están perlados por las experiencias que tenemos en nuestro entorno y la manera en que podemos desenvolvernos (o no) dentro de diversos espacios. Como expresa Gallardo (2006): “Las raíces de un movimiento social están siempre en una o varias asimetrías que se constituyen como matrices de espacios de vulnerabilidad e identificaciones que convocan relaciones de dominación” (p. 124).

    El eje de un movimiento social determinado, el de mujeres populares con teoría de género, por ejemplo, está dado por su lucha para salir de la identificación y espacios que toman a sus combatientes, mujeres y varones, vulnerables y precarios y por generar una identidad propia desde la lucha, identidad que deberá expresar su autonomía para relacionarse con otros desde sí mismos. Se trata de reconfigurarse o refundar los espacios mediante autotransferencias de poder (p. 124).

    De esta manera, se marca que muchos de las acciones y formas de participación ciudadana estén enfocadas en la reivindicación de nuestros propios espacios y en la posibilidad de compartirlos, habitarlos y disfrutarlos con otras personas. Es decir, que la participación ciudadana tiene como un componente clave el que surja de una lucha sentida, una experiencia que motive a la persona a la acción.

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    1. Parte 2/2

      Finalmente, es importante considerar que para entender las luchas sociales y los procesos de participación ciudadana, es fundamental comprender como las personas se ven afectadas por los espacios que habitan y como estos espacios también se ven afectados por estas luchas, de manera que permitan generar transformación social tanto en espacios físicos como en espacios simbólicos. Al respecto, Lindón (2009) comenta que:

      Asimismo, las perspectivas del sujeto habitante, con su corporeidad y emocionalidad, resultan fecundas para comprender las ciudades porque lo urbano lleva consigo una dimensión espacial insoslayable, tanto en lo que respecta a las formas espaciales (o morfológicas) como en cuanto a la especialidad de la experiencia urbana, o la especialidad del habitar la ciudad. La corresponsabilidad de estos enfoques con la ciudad también encuentra otra razón de ser al considerar el resultado de la obra constante de sus habitantes, tanto aquellos sujetos anónimos como los que devienen en agentes con poder como para influir en la gestión urbana misma. De ahí la relevancia de comprender la producción y reproducción de la ciudad desde los sujetos que la habitan, con un interés expreso en descifrar el espacio sujeto - cuerpo y el sujeto-sentimiento (p. 7 - 8).

      Si queremos promover participación ciudadana, no podemos reducirla solo a participación política, sino a todas las actividades, procesos y luchas que pueden generar las personas desde diversos espacios. Sin embargo, debemos empezar por valorar y entender cuales son esos espacios a los que las personas tienen acceso (o no) y como les afectan y son afectados por las personas.

      Referencias:

      Gallardo, Helio (2006) Pensar los movimientos sociales. Siglo XXI: Producir un mundo. Editorial Arlekin.

      Hinkelammert, Franz (2014) El sujeto y la ley: el retorno del sujeto reprimido. 1a edición, 1a reimpresión. Heredia, Costa Rica. EUNA, 2014.

      Lindón, Alicia (2009) La construcción socio espacial de la ciudad: el cuerpo sujeto y el sujeto sentimiento. Vol. 1, N° 1. Diciembre, 2009; p. 6 - 20. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

      Martínez Barreiro, Ana (2004) La construcción social del cuerpo en las sociedades contemporáneas. Papers, 73, 2004; p. 127 - 152.

      Ramírez Ferro, María del Rayo (s.f.) De esperanzas y utopías…, Lo utópico. PRAXIS. Universidad Intercontinental México.

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